28 de octubre de 2014

La patente eterna del AZT

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A raíz del documental "Fire in the Blood" ("Fuego en la sangre", 2013) de Dylan Mohan Gray, que recientemente proyectaron en mi ciudad dentro de un ciclo organizado por Médicos sin Fronteras, y que trata sobre el controvertido tema de la terapia antirretroviral como tratamiento para el SIDA en países empobrecidos y su constante lucha contra las grandes empresas farmacéuticas, me interesa hablar sobre un fármaco llamado AZT.


¿Qué es la zidovudina, y para qué se utiliza?


La zidovudina o azidotimidina, más conocida como AZT es un análogo de nucleósido inhibidor de la enzima transcriptasa inversa que se emplea como tratamiento del VIH/SIDA. Fue descubierto en 1964 por Jerome P. Horwitz y originalmente su función era tratar el cáncer, pero durante ensayos clínicos se demostró que tenía una toxicidad muy elevada a las dosis empleadas, así que se dejó "olvidada" durante varios años.

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La patente interminable


Su descubridor no patentó la molécula en su momento, ya que pensó que era un fallo de diseño de fármacos más y se quedó en la muestroteca del Instituto para el cáncer de Michigan para que otros investigadores la utilizaran. Posteriormente, en 1985, se desempolvó este fármaco a una nueva dosis con un uso distinto: tratar el SIDA, y se patentó otra vez.

En 1997, antes de que la patente del fármaco expirara, la compañía farmacéutica GlaxoSmithKline anunció que el AZT no debía ser tomado como única terapia contra el SIDA, y que su efecto era mayor en combinación con lamivudina (también llamado 3TC), otro análogo de nucleósido inhibidor de la transcriptasa inversa, a una dosis fija en una preparación llamada Combivir. Esta nueva forma farmacéutica se patentó también.

Más adelante, en 2000, se aprobó la comercialización de otro medicamento a combinación fija para el tratamiento del SIDA: la llamada triple terapia, a la que al AZT y la zidovudina se le sumaba otro análogo de nucleósido inhibidor de la transcriptasa inversa, el abacavir o ABC, y se llamó Trizivir o Truvada. Ésta mezcla ha probado ser muy efectiva en mejorar la calidad de vida de personas infectadas con el virus VIH, reduciendo la carga viral y alargando significativamente la esperanza de vida hasta transformar el SIDA en una enfermedad casi crónica, no mortal.

En 2020, expirará definitivamente la patente de la combinación... 56 años después de ser descubierto el AZT. La molécula sintetizada originalmente para tratar el cáncer, habrá liderado el mercado de medicamentos antirretrovirales durante más de medio siglo.

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Polyp.org.uk.

Los intereses de prolongar la patente de un fármaco


Las patentes en los fármacos conceden al laboratorio que las posean el derecho exclusivo de la propiedad intelectual durante 20 años. Una vez pasado este periodo de tiempo, la molécula queda "libre" y pueden sintetizarse medicamentos genéricos con ella.

Por eso, es una estrategia relativamente común que cuando un laboratorio tiene un fármaco al que está a punto de expirar la patente, saquen uno para la misma indicación no necesariamente mucho más eficaz, modificando ligeramente la estructura química original o combinándolo con otros principios activos que actúen con él de forma sinérgica. Esto se hace a contrarreloj, ya que desde el descubrimiento hasta la comercialización de un nuevo fármaco, pasan alrededor de 10 años y se invierten varios cientos de millones de dólares que al laboratorio interesa amortizar con un buen margen.