27 de mayo de 2015

Las Chicas del Radio

"¡Rah-rah-rah!". Imagen sacada de Slate.com.

Radio: Un prefacio


El elemento radio (Ra), con número atómico 88, fue descubierto por el matrimonio de físicos formado por Pierre y Marie Curie en 1898. Ambos, junto a Henri Becquerel, fueron galardonados por la Real Academia de Ciencias Sueca con el Premio Nobel de Física en 1903, convirtiendo a Marie Skłodowska-Curie en la primera mujer de la Historia que ganó el cotizado premio. Pero no se quedó ahí: en 1911 volvería a ganar un segundo premio Nobel, esta vez en solitario y en la categoría de Química por sus trabajos de investigación sobre el citado radio, que llegó a aislar para estudiar el fenómeno de la radioactividad (término que ella misma acuñó) y además descubrió otro elemento, el polonio (Po, número atómico 84).

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"¡¡Son LOS CURIE!!".
Tras su descubrimiento, el radio se convirtió en un nuevo "elemento de moda", mucho antes de que se entendiera el alcance los efectos de la exposición a la radiación. Debido a su brillo en la oscuridad que duraba años, hacia 1910, el radio se fabricaba de forma sintética en los Estados Unidos de América, y se usó como panacea en la composición de objetos y alimentos durante décadas, atribuyéndole propiedades medicinales. Por ejemplo, apareció en la receta de tabletas de chocolate y en mantequillas para aportar "energía extra", además de muchos productos de cosmética, o en supositorios y barritas que se insertaban en la uretra para tratar la impotencia. Eran tiempos duros, aquellos antes de la revolucionaria pastillita azul o sildenafilo.

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Limpiador de manos de radio: "¡Se lo lleva todo, menos la piel!".
Otro de los usos más extendidos del radio fue en las manecillas y las marcas del dial en la esfera de relojes tanto de pared como de pulsera. Una de las empresas que producía estos relojes fue la ahora infame United States Radium Corporation, de Orange, Nueva Jersey, que entre 1917 y 1926 contrató a unos 100 trabajadores, en su mayoría mujeres, para pintar los relojes con una mezcla luminiscente patentada que consistía en pegamento, polvo de radio, sulfuro de zinc y agua, a la que llamaron "Undark".

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Wikimedia Commons.

El caso de las Chicas del Radio


Como ya hemos dicho, todavía no se conocían los efectos a largo plazo de la exposición a elementos radioactivos, con lo que se creía que esta pintura era inocua. A los trabajadores se les llegó a aconsejar dar forma a los pinceles que estaban usando con la propia boca para afinar la punta del instrumento, por lo que ingerían cantidades de radio, aunque pequeñas, todos los días. Algunas mujeres llegaron a pintarse las uñas y los dientes con esta mezcla, en principio inofensiva, para conseguir el brillo que veían en los relojes.

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Con el tiempo, algunas de las posteriormente apodadas "Chicas del radio" empezaron a sufrir anemia, fracturas de huesos con más facilidad de lo habitual, sangrado de las encías y hasta inflamación y necrosis de la mandíbula (dolencia que llegó a conocerse como "mandíbula de radio"). Varias llegaron a morir por efecto de la radiación, e incluso aquellas personas que no chupaban los pinceles mostraron síntomas característicos de la exposición acumulada a elementos radioactivos. Inicialmente, la empresa que las contrató atribuyó estos casos a la sífilis, una enfermedad venérea sonada en la época producida por la bacteria espiroqueta Treponema pallidum, en un intento por mermar la reputación de las chicas y desprestigiar sus acusaciones.

Cinco de estas trabajadoras demandaron a la empresa U. S. Radium, y como consecuencia de ser una de las primeras enfermedades ocupacionales documentadas, fue precursora de la posterior elaboración de leyes laborales que regularan la seguridad y los derechos de los trabajadores. En 1928, el caso se resolvió fuera del juzgado y, poco a poco, el radio fue desapareciendo de los objetos y alimentos cotidianos, aunque no se dejó de utilizar en relojes hasta la década de los 60.

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Pero, ¿por qué se produjeron estos efectos en las trabajadoras?


Porque los átomos de radio emiten las llamadas partículas α (alfa), núcleos ionizados de helio-4 (4He) formados por dos neutrones y dos protones. Estas partículas son relativamente grandes (tienen un peso molecular de ¡4! uma), y son capaces de romper enlaces químicos presentes en células vivas, pero no pueden atravesar capas de cierto espesor de, por ejemplo, ropa como una camisa de algodón.

Otra historia ocurre cuando las partículas alfa entran en nuestro organismo por ingestión, ya que son demasiado voluminosas para salir. Además, si pensamos en la tabla periódica y en la posición relativa del radio con el calcio, los dos elementos se encuentran en el grupo 2 de metales alcalinotérreos.

En nuestro cuerpo durante el proceso de remodelación ósea, donde entre otros procesos se "quita" el calcio de los depósitos de los huesos y se sustituye por otras moléculas nuevas, y puede incorporarse (y acumularse) erróneamente radio. De esta forma se produce muerte celular que se observa en rayos X como pequeñas erosiones en los huesos, además de cambios en la transcripción del ADN de otras células provocando radicales libres que pueden causar enfermedades como cáncer, y reducción de las células blancas de la sangre, que se traduce en una mayor susceptibilidad a infecciones.

Estos signos y patologías pueden manifestarse de golpe en las personas expuestas, o mostrarse años después por un proceso de acumulación.

Fuentes:

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