Ah, el
alcohol etílico. Esa sustancia que
nos acompaña a los seres humanos
desde tiempos inmemoriales, desinhibiendo nuestro comportamiento y ayudándonos a hacer amigos (o provocar peleas) durante tantos siglos.
La de fiestas que se han animado gracias al alcohol.
Y ¡qué decir de los antibióticos! Ya usados en la medicina tradicional sin saber muy bien cómo funcionaban, y aislados y popularizados gracias al descubrimiento de la bencilpenicilina por parte del farmacólogo escocés Alexander Fleming. Éste llegó a la conclusión de que la sustancia era útil como antiséptico debido a los conocimientos de sus estudios anteriores, y favorecidos por la contaminación fortuita de un cultivo de Staphylococcus donde observó un halo de inhibición. La de vidas que se han salvado gracias a las penicilinas y sus derivados.
Pero si juntamos estos dos inventacos de la Humanidad... ¿Qué pasa?
Vayamos por partes, ¿beber alcohol es incompatible con los antibióticos?
Por desgracia, en algunos casos, así es.
El alcohol aumenta el metabolismo en el hígado de algunos fármacos, por lo que es conocido como inductor metabólico. De esta forma, disminuye la vida media de algunos antibióticos como los macrólidos (eritromicina, azitromicina) y las quinolonas (ciprofloxacino) y la concentración plasmática de estos, ya que se eliminan más rápidamente. Puede producirse un efecto menor o nulo de estos medicamentos, si no se alcanza la concentración mínima inhibitoria necesaria.
En el caso de las cefalosporinas, que pertenecen al grupo de antibióticos β-lactámicos, o los nitroimidazoles como el metronidazol (Flagyl®) o el tinidazol (Tricolam®), o la sulfonamida sulfametoxazol (Septrin®), su administración conjunta con alcohol produce unos conjunto de síntomas que se engloban dentro del llamado efecto tipo disulfiram o Efecto Antabus, una reacción adversa con manifestaciones indeseadas.
Otros fármacos que producen este efecto con el alcohol son el antifúngico griseofulvina, y el antidiabético clorpropamida.
¿A qué se debe ese peculiar nombre?
Primero hagamos una pequeña introducción sobre el metabolismo del etanol: esta sustancia contenida en cualquier bebida alcohólica es metabolizada por dos enzimas del hígado: la alcohol deshidrogenasa (ADH), que convierte el alcohol en acetaldehído, y la aldehído deshidrogenasa, que continúa la degradación del etanol en acetato y éste, tras otros procesos metabólicos, forma dióxido de carbono y agua. Posteriormente, estos restos se eliminan por medio de la respiración y la orina, respectivamente.
Ahora, hablemos del origen del nombrecito. El fármaco de nombre comercial
Antabus® tiene como principio activo el
disulfiram, y es usado en el tratamiento del alcoholismo crónico, ya que produce una sensibilidad aguda al etanol por medio del
bloqueo del metabolismo del alcohol, concretamente
de la ya nombrada enzima
aceltaldehido deshidrogenasa. De esta forma,
no se degrada al alcohol que entra en el organismo y se acumula acetaldehido.
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Edición propia. |
Esta acumulación de acetaldehído "malo" hace que se produzca una
sensación desagradable de resaca con rubor en la cara, vértigo, náuseas, sudoración, taquicardia y vómitos cada vez que se consume alcohol. El efecto de este fármaco dura hasta 14 días, y es bastante eficaz como coadyuvante en la deshabituación al alcohol.
Al igual que cuando la enzima se une a la enzima, con el consecuente acúmulo de acetaldehído, también se conoce como "
efecto Antabus" cuando se mezclan en el organismo alcohol y fármacos antibióticos.
Entonces, ¿si estoy tomando antibióticos, no puedo beber alcohol?
No es recomendable consumir bebidas alcohólicas, aunque sean de baja graduación y fermentadas como la cerveza o el vino, mientras se sigue un tratamiento antibiótico. Tampoco se aconseja dejar de tomar el medicamento para concederse unas copas, ya que se corre el riesgo de crear resistencias de las bacterias al fármaco.
Es común encontrar personas en tratamiento con metronidazol, prescrito habitualmente para infecciones vaginales o intestinales, al igual que el tinidazol. Por otro lado, el sulfametoxazol es otro antibiótico que se usa en el caso de infecciones bacterianas de las vías respiratorias.
Con esto quiero decir que aunque no todos los antibióticos que se recetan tienen interacción directa con el alcohol, siempre se recomienda
por norma general limitar si no eliminar por completo
el consumo de bebidas con alcohol cuando se toma cualquier medicamento, ya que la absorción y/o la eliminación de estos puede verse afectada.
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Si no le das al drinking como Superman, no te pasará nada. |