Un concepto en desuso en España, pero muy famoso por películas que retratan a la sociedad americana de los años 50 y 70, es el de los autocines (drive-in theatres). Casi extintos en la península, tuvieron su auge en los Estados Unidos de América hace unas décadas.
Hagamos un recorrido por la historia que une a los coches con el cine.
La madre de un tal Hollingshead: la musa del autocine
Corría el año 1932, y Richard Milton Hollingshead, Jr. (1900 - 1975), vendedor en la compañía de su padre Whiz Auto Products de Camden, Nueva Jersey empezó a experimentar con proyecciones de películas familiares al aire libre en el porche de su casa en la avenida Thomas de Riverton.
Cuenta la leyenda que la madre de Hollingshead era una mujer obesa, y como no podía sentarse cómodamente en las butacas normales de los cines, su hijo buscó una alternativa más apropiada para personas de gran tamaño que encajaba perfectamente en una sociedad americana enamorada de los coches utilitarios.
Además, nuestro inventor tenía en mente los hábitos de consumo de los americanos, ya que, durante la Gran Depresión, se dio cuenta de que la gente recortaba principalmente sus gastos en comida, ropa, coches e ir al cine, en ese orden descendente. Vio un filón al darse cuenta de que, a pesar de la crisis, seguían yendo a sus cines locales.
Además, nuestro inventor tenía en mente los hábitos de consumo de los americanos, ya que, durante la Gran Depresión, se dio cuenta de que la gente recortaba principalmente sus gastos en comida, ropa, coches e ir al cine, en ese orden descendente. Vio un filón al darse cuenta de que, a pesar de la crisis, seguían yendo a sus cines locales.
Tras clavar dos sábanas blancas cosidas entre sí que hacían las veces de pantalla a unos árboles de su jardín y colocar un projector Kodak en el capó de su coche, puso una radio detrás de la pantalla y fue probando diferentes volúmenes de sonido con las ventanas de coche tanto bajadas como subidas. Simuló lluvia con un aspersor de jardín y comprobó que no afectaba demasiado ni al sonido ni a la vista de la pantalla. Calculó también la distancia ideal para que, colocando el eje delantero de los coches sobre unas rampas que elevaban la parte delantera, permitieran que la vista de la pantalla fuera perfecta sin que se obstaculizara por otros coches adyacentes.
Aunque en 1921 C. Caver ya había experimentado con proyecciones públicas de películas mudas en Tejas, fue Hollingshead quien solicitó la patente de su invención en 1932. Recibió la licencia de los EEUU nº 1,909,537 en mayo del año siguiente, que le otorgaría 17 años de propiedad intelectual con derecho a cobrar royalties por cederla.
Diagrama del autocine diseñado por Hollingshead que formaba parte de su patente. |
El primer autocine abierto al público
Menos de un mes después de conseguir la patente y con la ayuda de tres inversores que aportaron una cantidad cercana a los 30,000 $, se abrió al público el primer autocine como tal, llamado "Park-It Theatre" el 6 de junio de 1933 en el bulevar del Almirante Wilson en Nueva Jersey bajo el eslogan "Toda la familia es bienvenida, no importa lo escandalosos que sean los niños". Publicitaron el autocine como una forma de pasar la velada cómoda e íntima, donde se podía fumar y comer dentro del propio coche sin molestar a los demás, y encima ahorrando un dinero en niñeras porque los niños podían quedarse dormidos en los asientos traseros del automóvil.
Contaba con 400 plazas para automóviles en un recinto de 1,6 km2 rodeado de vallas y árboles altos para evitar que mirones consiguieran ver las películas gratis. Los coches se aparcaban sobre un suelo de gravilla con una capa de aceite que cumplía la función de evitar que se formaran polvaredas al circular los vehículos, y también para que no se acumularan mosquitos. Estaba presidido por una pantalla de 12x15 m colocada a 3,5 m de distancia del suelo, acompañada por tres altavoces de 1,8 m de RCA Victor que se colocaron junto a la pantalla y que se escuchaban a varios kilómetros a la redonda.
La primera película que se proyectó fue "Two white arms" (Fred Niblo, 1932), también conocida como "Wives Beware" y protagonizada por Adolphe Menjou, considerada entonces una película algo pasada de moda, y por cuyo alquiler de los rollos durante cuatro días se pagó 400 $, que era una cantidad desorbitada en comparación a los 20 $ que solían pagar a la semana los cines habituales.
Publicidad del autocine, representando a la cantante y presentadora de radio y TV de grandes curvas Kate Smith. |
La entrada costaba 25 centavos por persona, más 25 ¢ por coche,con un coste máximo de 1$, algo más caro que un cine normal de la época. |
Problemas asociados
Esta, entre otras razones, fue una de las causas de que el autocine original de Hollingshead apenas estuviera en funcionamiento durante algo más de dos años. Otro problema era que el sonido de los altavoces no era bueno y había dificultades en la sincronización con las imágenes de las películas, y al tener las ventanillas bajadas para escuchar mejor, los insectos entraban en los automóviles.
En 1936, un empresario compró el cine a Hollingshead, que no veía demasiado rentable el negocio, y lo trasladó a Union, Nueva Jersey.
Park-It Theaters, Inc. cedió sus derechos a la empresa Loews Drive-In Theatres, Inc., pero tuvieron algunos obstáculos recaudando los royalties de la nueva filial. Tras una batalla legal con un un juicio de por medio, la patente original fue finalmente invalidada en el año 1950.
La repercusión del autocine
Independientemente del fracaso financiero que supuso el primer autocine, el concepto se extendió a otros estados y llegó a alcanzar su máximo apogeo a finales de los años 50.
Se introdujeron mejoras relacionadas con el sonido: primero, se instalaban altavoces para cada coche en cada sitio de aparcamiento, y en los años 70 se emitía la pista de audio de las películas a una determinada frecuencia de radio, primero en AM y después en FM, para que cada coche la sintonizara y adaptara el volumen a sus gustos, eliminando de esta forma el inconveniente de los insectos al tener la ventanilla bajada.
Fuente;
Mike Diamonds et al. (University of Michigan, 2007): Drive-in culture: Drive-In theater
Smithsonian Magazine (Robin T. Reid, 2008): The History of the Drive-In Movie Theater
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