1 de abril de 2015

Los curiosos métodos anticonceptivos del Antiguo Egipto

Los Egipcios, esa gran civilización a orillas del río Nilo, eran duchos en rituales de toda índole, pero especialmente en temas relacionados con la sexualidad. Esta es solo una pequeña recopilación de remedios y creencias en cuanto a artes amatorias se refiere de una sociedad donde el incesto, la prostitución y otras prácticas como la masturbación o el sexo en la otra vida -léase: después de muerto- eran ampliamente aceptadas.

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Pruebas de fertilidad


Desarrollaron un método infalible para conocer si una mujer era fértil o estéril. Consistía en mezclar la pulpa de una sandía (Citrullus lanatus var. lanatus) y el fruto o sicono del sicomoro (Ficus sycomorus) triturados con leche de mujer, y se le daba de beber la mezcla a la sujeta cuya vida reproductiva se ponía en duda. Si vomitaba, era capaz de traer al mundo un hijo, pero si por el contrario sólo tenía ventosidades, era un indicador de que no podría concebir.


Métodos anticonceptivos


Dentro de los métodos anticonceptivos de la época, encontramos el conocido método recogido en el papiro médico de Kahun que explica que al impregnar la vagina de excrementos de cocodrilo se impedía la concepción. Algunos sostienen que su carácter alcalino realmente le otorgaba propiedades espermicidas.

Otra mezcla recogida en el Papiro de Ebers y empleada con el mismo fin era embadurnar la vagina con miel y semillas de acacia, que contienen goma arábiga (E-414). Posteriormente se conoció que este polisacárido junto al ácido láctico de las semillas poseen acción espermicida, y la densidad de la mezcla podía actuar como barrera física contra los espermatozoides.

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Pruebas relacionadas con el embarazo


En el apartado de pruebas de embarazo, una forma de conocer si una mujer estaba encinta era un curioso método realizado por los médicos o sun-un, que introducían un diente de ajo o una cebolla (Allium cepa) dentro de la vagina de la mujer durante una noche entera, y si al amanecer el olor del ajo no aparecía en el aliento de la boca, la paciente estaba embarazada. Este método se basaba en la creencia de que si una mujer no estaba embarazada, su matriz estaba vacía abierta y formaba un túnel desde el recto hasta la cavidad oral. Si había un feto gestándose, este bloqueaba el paso del túnel y el aroma no llegaba a la boca. Curiosamente, esta prueba fue defendida por el mismísimo Hipócrates.

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Existía además otra manera de conocer si una mujer estaba en estado de buena esperanza, esparciendo dátiles (frutos de palmera datilera o Phoenix dactyliferatriturados junto a cerveza en el suelo, y midiendo cuántas veces vomitaba una mujer sentada encima de este mezclete. Si la pobre mujer vomitaba con frecuencia, estaba embarazada. La explicación actual a este curioso método tiene en cuenta que en los primeros meses de un embarazo, la mujer puede sentir aversión a olores fuertes, que puede preceder a la emesis.

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Si se quería conocer el sexo del bebé, se acepta que alrededor del año 1350 a. C. a las mujeres se les recomendaba orinar sobre granos de trigo (Triticum spp.) y cebada (Secale cereale) durante varios días. Si el trigo brotaba, tendría una niña, pero si por el contrario germinaban las semillas de cebada, su hijo sería varón. Si no crecía nada, la mujer no estaba embarazada.

Como curiosidad, un laboratorio llevó a cabo un experimento para comprobar si esta creencia tenía algún fundamento científico, y en un 70% de las ocasiones, los dos cereales brotaban en contacto continuado con la orina de una mujer embarazada, mientras que cuando se usaba orina de mujeres no grávidas u hombres, no ocurría nada.

Fuentes: