Las historas de vampiros nos han acompañado durante siglos: seres inmortales con un misterioso magnetismo que se alimentan de la sangre de pobres seres inferiores como los humanos. La hematofagia es una forma de parasitismo que aparece en varios linajes de ciertos animales, ya sea mediante la alimentación exclusiva a base de sangre, o únicamente cuando aparece la oportunidad.
Evolutivamente hablando, se puede entender por qué estos animales han adaptado su fisiología para alimentarse del rojo líquido, ya que la sangre es un fluido rico en nutrientes como proteínas y lípidos que puede extraerse de los huéspedes con relativo poco esfuerzo y en ocasiones sin ser descubierto, como es el caso de las pulgas o los molestos mosquitos, considerados por algunos emisarios del mismísimo Satanás.
Las lampreas, esas adorables criaturas
Uno de los animales que se alimentan de sangre son las lampreas marinas, Petromyzon marinus. Además de beber plasma con sus células rojas, estos peces también pueden alimentarse de pequeños invertebrados, y viven en las zonas norte del océano Atlántico. Han existido diferentes especies diferentes de este pez anguiliforme, capaces de vivir tanto en agua salada como en agua dulce (es decir, que son anádromos como los salmones), y su aparición se fecha desde al menos hace 500 millones de años, en el periodo devónico.
Petromyzon marinus, De visschen (1869). Hermann Schlegel. |
Pueden crecer hasta los 90 centímetros de largo, carecen de mandíbula y son extremadamente invasivas. Los primeros años de su vida son relativamente inofensivos, ya que tienen una fase larvaria larga, pero después, estos animales pegan el estirón y desarrolla una boca redonda con capacidad de succionar decorada con dientes especializados curvos y afilados. Es decir, que a los siete años se convierten en bicharracos sedientos de sangre bastante imponentes. Para más datos, vean la foto de abajo.
Como parásitos, se alimentan de la sangre de otros peces fijándose a las víctimas con sus dientes de fibras de queratina, fibras como las que componen nuestro pelo y uñas. Muerden al pez en cuestión y se anclan para alimentarse del pobre bicho. y después raspan la superficie de escamas de la parte externa con una lengua que actúa como sonda hasta encontrar la sangre. Algo parecido a lo que ocurre con los mosquitos cuando nos pican.
Detalle de la boca de una lamprea. U.S. Fish and Wildlife Service. |
Esperen, aún hay más
Ahí no acaba la cosa, porque para asegurarse el atracón completo de sangre, las lampreas secretan por medio de unas glándulas situadas en su boca una sustancia anticoagulante para evitar que se cierre el grifo de plasma. Esta sustancia es la lanfedrina (lamphedrine, en inglés), una enzima que además de evitar la coagulación, también disuelve los tejidos de las víctimas por sus propiedades solubilizantes y líticas. De esta forma, los peces pequeños suelen morir desangrados o por infecciones derivadas de las heridas que les causan las lampreas.
Si se sienten valientes y quieren ver cómo una lamprea marina se alimenta del cuello de un ser humano, en podéis ver la desagradable escena en este vídeo.
Fuentes:
Fuller, P. et al. (2015). Petromyzon marinus. USGS Nonindigenous Aquatic Species Database, Gainesville, FL.
Richardson MK et al. (2003). Developmental transformations in a normal series of embryos of the sea lamprey Petromyzon marinus (Linnaeus). J Morphol. 2003 Sep;257(3):348-63.
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