Parece ser que sí.
Según el periodista y escritor alemán Norman Ohler en su libro "Der Totale Rausch: Drogen im Dritten Reich", el líder del partido Nazi, que originalmente se negaba a consumir cualquier tipo de “toxina” (incluida la cafeína), sucumbió a los encantos de la oxicodona que le prescribió el médico Theodor Morell en 1941.
Durante años, se inyectaba varias veces al día este analgésico opioide para tratar sus dolores intestinales. Pronto se volvió adicto a la sustancia, que alternaba con dosis de cocaína en forma de gotas óticas prescritas para una perforación bilateral del tímpano que le produjo la explosión de la operación Valkiria, en la que casi murió.
Además, su médico también le administró por vía intravenosa "Eupaverin", que contenía el inhibidor de la fosfodiesterasa moxaverina para sus trastornos gastrointestinales, también metanfetamina y, hasta en 24 ocasiones, "Eukodal", una mezcla de heroína y cocaína que tenía efectos analgésicos y le provocaba euforia. Entre 1943 y 1944, llegó a desarrollar dependencia hacia este cóctel.
Además, su médico también le administró por vía intravenosa "Eupaverin", que contenía el inhibidor de la fosfodiesterasa moxaverina para sus trastornos gastrointestinales, también metanfetamina y, hasta en 24 ocasiones, "Eukodal", una mezcla de heroína y cocaína que tenía efectos analgésicos y le provocaba euforia. Entre 1943 y 1944, llegó a desarrollar dependencia hacia este cóctel.
"¿Se metía Hitler de todo?" fue publicado originalmente el 1 de noviembre de 2016 en la Revista Intersanitaria Nacional Salus.
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